Después de atravesar un camino largo y difícil, nos encontramos a las puertas de la Era de Acuario. Lo que nos abocará hacia un cambio de paradigmas. El Sol se colocó por primera vez dentro de la constelación de Aquarius el 21 de marzo de 1948, momento en el cual la era de Piscis tocó a su fin. No obstante, dependiendo del cálculo, algunos astrólogos creen que aún no ha empezado. Una era astrológica dura 2160 años. Que es el resultante de la división de un año cósmico (25.920 años) entre los 12 signos del zodíaco. De alguna manera la fecha exacta nos debe dar igual porque los efectos de los planetas se hacen sentir mucho antes del ingreso de un planeta en el signo; doy por cierto este hecho, ya que todo lo vinculado al planeta Urano y al signo de Acuario empezó hace tiempo, tal como, la física moderna, informática, invenciones, electrónica, aeronáutica…
Hoy 21 de diciembre de 2020, además del comienzo del solsticio de invierno se produce una conjunción (se denomina conjunción cuando dos planetas están en el mismo grado del zodíaco) entre los planetas Júpiter y Saturno en el signo de Acuario. Y que, voluntaria o involuntariamente nos obligará a comenzar a pensar en una serie de actitudes tales como: acuerdos, ideas, comienzos, unión, adhesión, iniciación y por supuesto acoplamiento. Muchas personas tienen la creencia que el signo de Acuario pertenece al elemento agua, pero no es así, probablemente el error sea causado por ser conocido por el signo del Aguador. Acuario es un signo de aire y es representado por dos ondas paralelas onduladas indicando la armonización de los pares opuestos. A diferencia de la Era de Piscis (signo representado por dos peces confrontados) ya finalizada, los pares opuestos habían permanecido enfrentados: materia y espíritu, hombre y mujer, razón e intuición, ahora nos adentramos en la Era de Acuario, signo regentado por el planeta Urano cuyas palabras claves son intuición y cambios bruscos. Predica la igualdad y la fraternidad, así como la amistad y el altruismo. Está relacionado con lo novedoso y fuera de lo común. Su energía atómica será de fusión, ya que Aquarius simboliza la síntesis. El corregente del signo de Acuario es el planeta Saturno, lo que hace que de alguna manera los dos planetas estén en su “casa”. Urano simboliza el extraordinario desarrollo científico al que llegaremos y apenas hoy podemos entrever.
Júpiter es un planeta benéfico, representa la suerte, la riqueza, la salud… Saturno representa el trabajo, la responsabilidad, la experiencia, las dificultades económicas, la sabiduría, la muerte… entendiendo por muerte la transformación a la que muchas personas se verán abocadas. Cuando una persona no toma las decisiones que debería haber tomado el Universo se encarga de hacerlo. Ahora es cuando nos veremos obligados a tomar un camino que deberíamos haber descubierto por nosotros mismos. Si te centras en lo que dejas atrás, nunca podrás ver lo que tienes delante. Como suele ser habitual hay dos lecturas para esta conjunción. Para unos simbolizará limitaciones, obstáculos, bloqueo, retrasos, restricciones, fatiga, conservadurismo, época de vacas flacas al fin. Para otros afirmarán su propia competencia, sus esfuerzos se verán recompensados, se consolidarán y estabilizarán sus intereses y construirán una vida más genuina.
El Aire elemento del signo de Acuario, etéreo, invisible, intangible arrasará con las ideas caducas, se llevará por delante todo lo obsoleto, lo que fue, pero ya no es, lo que ya no sirve. La problemática mundial corresponde a la necesidad de la limpieza del “lastre” que carga la humanidad. La conjunción de estos dos planetas nos anuncia cambios de ideologías y un gran cambio de conciencia a nivel mundial. Bien es cierto que este mismo Aire nos ha traído (aún no somos capaces de discernir con qué propósito) una pandemia que no distingue raza, edad, posición social, profesión, famosos, o anónimos. Ahora nuestra misión es aprender a elegir con mayor libertad abandonando las quejas y las excusas y construir una vida más genuina. La NO ACCIÓN será nuestro cometido. Apliquemos el sentido común para combatir este enemigo invisible. Tenemos que esforzarnos en aprender a vivir de una forma diferente, como si acabáramos de llegar al planeta Tierra y tuviéramos que aprender sus costumbres. Tal cual hace el inmigrante cuando llega a un nuevo país y tiene que aprender el idioma, sus costumbres, sus leyes etc. ¿no será preferible disfrutar de una nueva y satisfactoria realidad cada día a estar añorando tiempos pasados? ¿No será el momento de hacer algo al respecto y que consideremos las palabras de Tolstoi cuando dijo que todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo?
Es cierto que el Covid, este mal invisible, nos ha cogido por sorpresa, no era algo ni esperado ni previsible, pero también es cierto la frase que dice: que la historia tiene que repetirse porque la primera vez le prestamos muy poca atención. Es obvio que nuestro mundo no esperaba una repetición de la pandemia del año 1918, la mal llamada gripe española, pero llegados a este punto vemos que a pesar de haber transcurrido más de cien años, no tenemos la panacea universal para poder combatirla. Podríamos pensar que, a diferencia de la pandemia del año 1918, los conocimientos del Siglo XXI nos brindarían el dar con el remedio para este mal sueño, pero por el momento no ha sido así. Y, mientras no se encuentre una solución mejor, el sentido común nos dice que a día de hoy el aislamiento es una muy buena alternativa, de hecho, son muchísimas las personas que con una enorme responsabilidad hacia el prójimo están confinadas en soledad y sin ninguna compañía. Con su generosa actitud aportan su granito de arena a esta pesadilla. La tristeza es que, a muchos, esta manera de proceder no les parece una opción. Una gran mayoría de personas irrespetuosas e insolidarias ven el sufrimiento de sus congéneres sin inmutarse por la agonía de miles de vidas humanas, ni importarles el sufrimiento ajeno y deciden saltarse todas las normas de coexistencia, convivencia y respeto hacia los demás. Prefieren disfrutar de un día de gozo sin importarles las consecuencias, aunque sea a cambio de la desdicha de los demás. Entiendo que deben creerse inmunes o tienen un excesivo amor a sí mismos. Yo les recordaría la frase de Nietzsche que dice: la valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que le es posible soportar.
Dice un proverbio chino que el sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él. Y, hoy el hormiguero, es la calle y los lugares públicos. Particularmente creo que de manera consciente o inconsciente hemos tratado mal a nuestro planeta y ahora pagamos las consecuencias. Hoy por hoy, el planeta Tierra es nuestra casa y, yo me hago esta pregunta: ¿viviríais en un hogar en el que se desperdigara por el suelo toda la basura que generáis tal como se desperdigan por los mares, ríos, etc.? obviamente la respuesta es NO. La naturaleza se rebela. Enseñemos a nuestros hijos que nuestro comportamiento ha sido nefasto, que, en parte, nuestra humanidad actual es culpable de muchos de nuestros males. Enseñémosles a que su comportamiento sea mejor que el nuestro. Ya nos advertía Pitágoras de Samos (c. 569-c .475 a.C.) educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Y por último recordaros que el organismo que triunfa es el organismo que se adapta a las circunstancias.
LA ESPERANZA ES DESEAR QUE ALGO SUCEDA, LA FE ES CREER QUE VA A SUCEDER Y, LA VALENTÍA, ES HACER QUE SUCEDA.
Os rogaría que le dediquéis unos minutos a leer este cuento, os hará pensar.
Un rey les dijo a los sabios de la corte: quiero fabricar un anillo con un diamante que contenga un mensaje oculto que me ayude en los momentos de desesperación, no sólo a mí, sino también a mis herederos y a los herederos de mis herederos. Deberá ser un mensaje pequeño para que quepa debajo del diamante, pero claro y conciso. Los sabios pensaron en grandes frases, pero ninguna cabía dentro del hueco del diamante, recurrieron a otros sabios para que les ayudaran, pero no daban con la frase precisa. Desesperados le dijeron al rey que una frase que con tan pocas palabras contenga un mensaje como el que él quería era casi imposible. Pero el rey no se conformó y siguió preguntando a todos los que conocía, de repente recordó que en palacio vivía un anciano sirviente que había dedicado los mejores años de su vida a la familia del rey por lo cual éste le tenía un gran afecto, le llamó y le expuso su deseo. El anciano le dijo: no soy un sabio ni un erudito, pero sé cuál es el mensaje que debe estar en el anillo. En cierta ocasión tuve oportunidad de servir a un místico invitado de tu padre, cuando se marchó en agradecimiento por mis servicios me dio este mensaje – el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey- no lo leas ahora, mantenlo escondido en el anillo y, sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres ninguna salida a la situación deberás leerlo.
No pasó demasiado tiempo antes de que llegara la ocasión; el país fue invadido por sus enemigos y el rey tuvo que huir para salvar su vida. En la huida, desesperado por el acoso de sus perseguidores llegó a un camino sin salida y sin posibilidad de volver atrás por los numerosos enemigos que se acercaban. De pronto, recordó la frase que metió en el anillo, lo abrió, sacó el papel y se encontró un pequeño pero valioso mensaje: “esto también pasará”. Mientras lo leía notó que un gran silencio se cernía sobre él, sus enemigos debieron perderse o equivocado de camino porque al mirar hacia atrás no había nadie. El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido por el mensaje, dobló el papel y de nuevo lo guardó en el anillo. Al tiempo volvió a reunir a su ejército y reconquistó su reino. Se sentía feliz y orgulloso de sí mismo el día que entró victorioso de nuevo en su reino, se vanagloriaba de su éxito en la gran fiesta de la celebración de su victoria, estaba henchido de felicidad. El anciano se acercó al rey y le dijo:
Este momento también es adecuado para leer el mensaje del anillo.
¿qué quieres decir? Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
Escucha, le dijo el anciano, este mensaje no es sólo para momentos desesperados, también es para momentos de felicidad, no es sólo para cuando te sientas derrotado, también es para cuando te sientas victorioso, no es sólo para cuando seas el último, sino también para cuando seas el primero.
El rey abrió y leyó de nuevo el mensaje “esto también pasará” y, de nuevo sintió la misma paz, el mismo silencio a pesar de estar entre una multitud de personas bailando y cantando. Su orgullo y su ego habían desaparecido, el rey entonces comprendió de verdad el mensaje.
Entonces el anciano le dijo:
Recuerda que todo pasa, ninguna cosa ni ninguna emoción es permanente, tal como tras el día llega la noche, hay momentos de alegría y de tristeza; debes aceptarlos como parte de la dualidad de la naturaleza, porque son la naturaleza misma de las cosas.
Aquí encontraréis los Probables efectos del tránsito de los planetas transpersonales a los doce signos del zodíaco, ya que, por la duración de su paso por cada signo, se deben tener en cuenta. Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano y Plutón.