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Archive for the ‘CUENTOS, ¿MITOS Y LEYENDAS?’ Category

El día que la Atlántida desapareció sobre la aguas, el 27 de julio de 9792 a. C., Orión, Venus y otros planetas y estrellas ocuparon “posiciones codificadas”. Los OSIRIS, dueño de las dos tierrassumos sacerdotes que escaparon del cataclismo se llevaron consigo los conocimientos y los guardaron en el laberinto (Círculo de Oro) en Egipto, donde fue trazado un plan maestro para avisar a la humanidad sobre el cataclismo siguiente. Esta asombrosa historia debe ser conocida por todos porque, en el año 2012, las estrellas estarán exactamente en la misma posición que ocuparon el año en que la Atlántida fue sumergida.

La historia de Osiris comienza en el año 10000 a. C.

L’An-Nu, sumo sacerdote de Aha-Men-Ptah, reunió su consejo. Tenía alarmantes noticias, gracias a “cálculos matemáticos de configuraciones estelares”, estaba en condiciones de calcular la fecha del fin del mundo. Se basaba en los acontecimientos del cataclismo anterior ocurrido el día 21 de febrero del año 21312 a. C., cuando la Atlántida fue parcialmente destruida (la Tierra giró 72 grados en el zodíaco). Su mensaje fue duro y doloroso. No hay duda de que debemos organizar un éxodo de nuestro pueblo hacia otras regiones. No me baso en las Sagradas Escrituras, sino en combinaciones matemáticas que pueden ser comprendidas por cualquiera. Cualquier movimiento de las estrellas y los planetas se produce en armonía según las leyes de Dios. Sabemos con certeza que las “combinaciones matemáticas celestes” tienen influencia sobre todos los organismos de la Tierra a través de las configuraciones que representan. Los cálculos de mis predecesores y los científicos establecen una catástrofe de proporciones desconocidas; durante cataclismo anterior, el Norte de nuestro país se convirtió en un iceberg y otras partes del mundo fueron destruidas, en esta ocasión nuestro país desaparecerá por completo bajo las aguas. Uno de los miembros más anciano rebatió: no dudo de sus palabras, pero si las damos por buenas significaría la construcción de centenas de miles de barcos, sin mencionar la comida necesaria para alimentar a millones de personas, será necesario la intervención de varias generaciones.

L’An-Un, tomó la palabra. La ley celestial determina la armonía de los cielos y el movimiento matemático de la Tierra a lo largo del tiempo. Partiendo de esa base, nosotros, conocedores de los números, determinamos que la fecha exacta del cataclismo sucederá el día 27 de julio del año 9792, dentro de 208 años y será inevitable. Así, tendremos que tomar las medidas necesarias para que dentro de dos siglos todos puedan abandonar estas tierras e iniciar sus vidas en una nueva patria. Las primeras señales de lo que nos aguarda ya son visibles en el horizonte, donde el Sol está más rojo al amanecer… el Este será rojo, tan rojo como nuestra sangre, porque nuestro imperio pertenecerá a los muertos. A partir de ese día comenzaron los preparativos.

Los años transcurrieron, en 9842 a. C. nació el primer hijo del rey Geb y la reina Nut, era niño y su madre le puso el nombre de la constelación que dominaba el cielo meridional: Osiris u Orión. Estaba predestinado a ser el 589º gobernador de Aha-Men-Ptah (posteriormente, los filósofos griegos dieron a Aha-Men-Ptah el nombre de Atlántida). En 9841 a. C. nació su hermano Seth y un año más tarde sus hermanas gemelas Isis y Nepthys. Seth envidiaba a sus hermanos, pero sobre todo envidiaba a su hermano por ser el heredero del trono. Osiris e Isis siempre estaban jugando y riéndose, el rey al verles tan contentes juntos decidió que se casaran. Seth no asistió a la boda, rabioso se fue a maquinar su venganza. De la unión entre Osiris e Isis, nació Horus. Mientras Seth reunía un ejército cada vez mayor, había muchos habitantes rebeldes por las medidas restrictivas tomadas a causa del futuro cataclismo y se unían a Seth. En ese tiempo Osiris se convirtió en el nuevo gobernante a los 32 años de edad, transcurría el año  9805 e faltaban apenas trece años para el cataclismo. Osiris formó un ejército para luchar contra los rebeldes y proteger almacenes de comida y los puertos, pero a pesar de la vigilancia muchos botes almacenados habían sido destrozados y convertidos en leña. Una gran cantidad de material preparado para el éxodo fue destruido o inutilizado a causa del  caos causado por Seth. Horus tenía 24 años cuando su tío Seth se incorporó al 7º Estado y ordenó la destrucción de 4000 “Mandjists”, barcos a prueba de naufragio que garantizaban la sobrevivencia de 30.000 personas. Después de esa destrucción hubo una tregua de 3 años, pero dos semanas antes del cataclismo, Seth intensificó el ataque y en la noche del 26 de julio atacó la capital por sorpresa. Los habitantes preocupados y atareados por los preparativos del éxodo, no fueron capaces de defenderse debidamente y el resultado fue desastroso. Por estar sus soldados completamente ebrios, Seth no se atrevió a enfrentarse a las tropas reales y, así sólo se salvó el palacio real de la masacre. Entonces a Seth se le ocurrió un ardid, envió a un mensajero al palacio ofreciendo su rendición. Sólo exigía para firmar su rendición, era imprescindible la presencia de  Osiris.

A pesar de las advertencias de Geb, Nut e Isis, Osiris decidió ir, dejando la defensa en manos de su hijo Horus. Osiris fue escoltado por 7 hombres, mientras caminaban por las ruinas en llamas de la capital, fueron abatidos por lanzas sin apenas tiempo para reaccionar. Osiris herido fue conducido a una casa donde le aguardaba su hermano Seth en compañía de sus hombres. Seth, seguro de su triunfo miró a su hermano con desprecio y arrogancia, mientras Osiris le miraba con profunda tristeza. Seth, con una rabia irracional cogió la espada de uno de sus hombres y se la clavó en el corazón de Osiris, que murió sin que un solo sonido saliera de su boca. Envolvieron el cuerpo de Osiris en una piel de toro y lo tiraron al mar para que fuera pasto de los peces.

Nepthys que tenía el don de la videncia, vislumbró lo que había acontecido, Horus enterado de la muerte de su padre reunió a 2000 hombres y fueron hacia el lugar donde suponía estaba Seth, pero sólo encontró  muerte y destrucción, pero no halló el cuerpo de su padre, liberó la capital aunque estaba totalmente destruida. Era el 27 de julio, último día de la Atlántida. Fue un ocaso irreal, sin Sol, sin cielo, sólo una bruma roja sofocante se fue extendiendo como un manto que absorbía no sólo los sonidos, sino también la luz del Sol. Entonces todos comprendieron lo inevitable, Horus comprendió también que era el fin de su país. Pensó en dar un golpe definitivo a su tío y sus tropas, pero entonces la furia celestial se hizo conocer en toda su omnipresencia, terremotos pusieron fin a la batalla no iniciada.

Geb asumió de nuevo el mando y, decidió iniciar el éxodo, dejarían todo atrás, envió a un emisario al puerto para que iniciaran las órdenes ya dadas. Miles de Mandjits estaban rigurosamente protegidos con todo el equipamiento necesario para subsistir. Fue embarcando el pueblo y después también la familia real y los sumos sacerdotes según las órdenes recibidas con antelación. En ese momento los volcanes en erupción con una fuerza incontenible empezaron a escupir lava, piedras, tierra y la bruma se volvió de nuevo espesa.  Fragmentos de piedra y lava empezaron a caer sobre el puerto y los habitantes sufrieron un ataque de pánico que hizo imposible el orden en el embarque, fue el simple instinto de supervivencia el que hizo que reinara el caos. No respetaron el número de 10 personas por barco y la mayoría por exceso de peso se fueron hundiendo uno tras otro.

Mientras tanto, Nepthys e Isis buscaban el cuerpo de Osiris. Nepthys llevaba a la hermana y la conducía a través de la bruma en busca del cuerpo del hermano y marido que a causa de haberle cubierto con la piel de toro le resultaba difícil para la “vidente” descubrir donde estaba. El pánico y los miles de cadáveres complicaba la búsqueda, ¿valdría la pena continuar si en breve también morirían?  Seth se preguntaba lo mismo, su ejército le abandonó, los hombres que se habían reído de la profecía se apresuraban para huir de su desobediencia a las leyes de Dios, se sentía solo y se preguntaba qué había sido de su honor y su reino perdido.

Horus dio la libertad a sus hombres y se fue en busca de su tío para vengar la muerte de su padre.

En el puerto continuaba el caos, el miedo hacía que las personas se atropellaran unos a otros, los barcos sobrecargados se hundían, los ahogados se contaban por millares, en medio de ese infierno el sumo sacerdote junto a su familia había conseguido embarcar y partieron hacia un futuro desconocido.

Seth, gracias a una ráfaga de viento que por unos segundos limpió la bruma, vio a su sobrino Horus. Lleno de odio se dirigió hacia el hijo de su hermano con intención de matarlo. Los árboles empezaron a caer, la lava destruía todo lo que tocaba, la tierra temblaba, el olor era insoportable y, Seth sucumbió al miedo, y con un pánico irracional atacó a Horus, su espada le rozó hombro, con otro golpe alcanzó la cara de su sobrino. Horus con sus manos ensangrentadas se cubrió la cara y este gesto hizo que Seth, considerándose victorioso empezara a alejarse de aquel lugar intentando escapar del torrente de lava que se aproximaba. Aunque Horus no estuviera muerto, no podría escapar de ese fuego fantasmagórico. Horus estaba a merced de los cielos, había perdido el ojo derecho y el izquierdo estaba ensangrentado. Pero ocurrió el milagro, Horus se salvó por estar sobre una roca de granito donde la lava no llegaba. Por otra parte, Nepthys divisó una pequeña bahía que tenía una higuera y sobre una rama caída estaba el cuero que envolvía el cuerpo de Osiris. Isis con sumo cuidado cogió el cuero y lo puso en un pequeño Mandjits abandonado, lo dejó al cuidado de su hermana y unos soldados y partió en busca de su hijo. Llegó a palacio y vio a Geb y Nut prestos para partir esperando noticias de su hijo y de su nieto. Viendo la determinación de Isis de buscar a su hijo, sin demora Nut y los jefes restantes se encaminaron hacia dos galeras suficientemente fuertes como para resistir los bravos mares que les aguardaban. El nuevo país necesitaría una nueva madre, señora de un nuevo cielo que, en ausencia de Osiris y Horus enseñaría a los supervivientes a vivir en su segunda  patria. Su nombre sería Ath-Ka-Ptah, que significa literalmente “Segunda Alma de Dios”, nombre que los griegos transformarían fonéticamente en Ae-guy-Ptos (Egipto).

Isis no sabía dónde buscar a su hijo. Así extendió sus brazos al cielo y rezó: “O Ptah-Hotep, rey de los cielos, abre tus compuertas y detén el fuego. Salva al hijo de tu hijo. Ordena que el día del gran cataclismo no se convierta en un día de luto. Ó Ptah-Hotep, rey de la Tierra, ordena que el gran río abra todas sus reservas”

Han pasado seis mil años y esa súplica continua grabada en todas las tumbas del Valle de los Reyes de Luxor y Déndera. En los anales de los libros se lee: “La súplica de Isis fue oída y una lluvia roja cayó sobre la tierra como si la sangre de los muertos fuera esparcida sobre la tierra despedazada” en unas pocas horas la lava se había enfriado y pudo entonces Isis andar sobre las rocas endurecidas, de pronto vio el cuerpo de su hijo. Horus a su vez, pensó que estaba teniendo una alucinación al ver a su madre. Isis lavó el ojo de Horus y pudo entonces verla. Con gran sacrificio y muchas vicisitudes llegaron al barco. Horus sabía que no se salvarían quedándose en el barco, para sobrevivir tenía que escoger un destino donde pudiesen desembarcar sin peligro.

Gracias al Maestre de las Combinaciones Matemáticas Celestiales” había aprendido que la Tierra es una esfera. La observación y cálculos minuciosos de figuras geométricas formadas por los planetas y cuerpos celestes, le habían revelado una única ley universal, que conducía a este gran cataclismo. Pero la Tierra aunque destruida continuaría existiendo. De repente se dio cuenta que los Madjists ya casi no se mantenían en la superficie y preguntó a su madre ¿algo va mal, madre? No, es el nuevo día que comienza por el lado correcto. ¿Correcto? Eso es imposible, sólo sería posible si estuviéramos en la dirección equivocada. Es el Este, porque la tierra visible está en el Oeste. Todos estaban aterrorizados y el día transcurrió con el Sol saliendo por lado equivocado sin que nada aconteciera.

De pronto Osiris apareció en el cielo estrellado, había nacido como un Dios y había sido asociado a esa constelación, renacía en el cielo. La constelación de Orión, nombre con que Osiris fue designado, encontrará su imagen en la Tierra en las tres Pirámides de Gizeh. El caso es que Orión (Osiris) volvió a despertar en el cielo estrellado y se convirtió en la fuerza conductora que sustenta la religión egipcia.

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Cierto día un hombre se encontró un gurú en medio de la carretera. El hombre le preguntó al sabio.

¿Cuál es el camino que debo tomar para alcanzar el éxito?

El sabio, sin decir ni una sola palabra apuntó hacia un lugar en la distancia. El hombre entusiasmado con la perspectiva de obtener éxito de una manera rápida y fácil, salió corriendo en la dirección indicada.

De pronto, se oye un fuerte estruendo. Poco después, aparece el hombre mareado, cojeando y con la ropa hecha harapos.

Supuso que había tomado el camino equivocado, así que volvió a dirigirse de nuevo al gurú y le repitió la pregunta.

¿Cuál es el camino que debo tomar para alcanzar el éxito?

El sabio en silencio, una vez más le indicó el mismo camino que había señalado antes. El hombre obediente, de nuevo siguió el camino indicado, pero en esta ocasión el estruendo fue ensordecedor. Cuando el hombre volvió arrastrándose, ensangrentado, abatido y muy irritado le gritó al gurú:

Yo le pregunté cuál era el camino para el éxito, seguí la dirección que me indicó y sólo escuché explosiones. ¡Ya basta de apuntar el camino! ¡Hable!

Sólo entonces el gurú le dijo:

El éxito está justo allí, justo después de la explosión.

En cualquier parcela de la vida, tanto personal como profesionalmente, para obtener el ansiado “éxito”, es decir la PAZ con uno mismo, es necesario llegar al llamado “momento de explosión”. Y, en la mayoría de las veces esto significa perder todo para volver a empezar desde otra perspectiva. Necesitamos innovar para conseguir metas y objetivos más deseables, pero para conseguirlo debemos efectuar algún cambio en nuestras vidas. Es cierto que es difícil cambiar, pero debemos darnos la oportunidad y plantearnos que un cambio de actitud puede ayudarnos a conseguir el tan anhelado éxito. Pensar que haciendo lo mismo, obtendremos resultados diferentes, sería una actitud pueril. Carl Jung dijo: a lo que te resistes, persiste. Y, recuerda: Para obtener algo que nunca hemos tenido, tenemos que hacer algo que nunca hemos hecho.

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¿Preguntas sin respuesta?

¿Si la Tierra en los Polos no es hueca ni calurosa, cómo es que el polen colorea vastos territorios?

¿Por qué hace más calor en los Polos que a 1500 km. de distancia de ellos?

¿Por qué se encuentran semillas y plantas tropicales flotando en el agua fresca del interior de los icebergs?

¿Por qué miles de pájaros y animales tropicales emigran al norte durante el invierno?

¿Por qué el viento norte del Ártico se vuelve más caluroso a medida que uno traspone los 70 grados de latitud?

La Tierra es hueca y está habitada por una civilización mucho más perfecta y avanzada que la nuestra.

Al parecer la NASA falsifica las fotografía de la Tierra y del resto de los planetas del sistema solar, esto lo hace para ocultar que todos ellos son huecos con aperturas polares y con un Sol interno.

Existe la teoría intraterrestre que consiste en la creencia de la existencia de civilizaciones subterráneas muy evolucionadas. Obviamente tiene defensores y detractores; pero cierto es que muchos autores han basado sus novelas a partir de dicha teoría. Julio Verne sería el más conocido por su novela Viaje al Centro de  la Tierra. Otro “famoso” creyente de esta teoría es Adolf Hitler, él creía que existía una civilización superior intraterrestre y hasta recurrió a realizar misas negras en la montaña de Elbrus que suponían sería una de las puertas de comunicación con dicho mundo.

Algo más en “Civilizaciones perdidas”

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En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar o, quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…. en un reino mágico, donde las cosas no tangibles se vuelven concretas…

Había un vez…

Un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban los peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron en el estanque.

La furia, apurada (como siempre está la furia) urgida – sin saber por qué – se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua…

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir la primera ropa que encontró…

Y, sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza.

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza.

Del libro Cuentos para pensar, de Jorge Bucay

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Un hombre paseaba por el bosque cuando se encontró con un zorro herido; la pobre criatura se había roto las cuatro patas mientras intentaba huir de un cazador. Estaba tan malherida que ni siquiera podía moverse para buscar comida. El hombre sintió lástima por el animal y decidió acercarse a él, pero mientras lo hacía vio un gigantesco oso que se asomaba entre los árboles arrastrando los despojos del animal que acababa de devorar. Al oso pareció no interesarle el zorro, de hecho, dejó caer parte de los despojos cerca del zorro y se marchó en busca de otro animal que llevarse a la boca. El zorro se abalanzó sobre la carne con enorme ansiedad.

Al día siguiente el hombre volvió al bosque y, vio que una vez más el oso había dejado un apetitoso bocado cerca del famélico zorro y, de nuevo vio como el zorro se abalanzaba sobre  la comida. El tercer día, volvió al bosque y vio que la escena se repetía. El hombre reflexionó sobre lo que había visto y se dijo:

Si Dios se preocupa tanto por el zorro ¿cuánto más se preocupará por mí? Mi fe no ha sido lo suficientemente fuerte, debo aprender a confiar en Dios con la misma intensidad que el zorro. Acto seguido el hombre se arrodilló en el bosque y con la mirada puesta en el cielo exclamó: Señor, el zorro me ha demostrado lo que es tener fe en ti, a partir de este momento me entrego a ti en cuerpo y alma. Confío en que me cuides como el oso cuida al zorro.

Dicho esto, el hombre se tumbó en el suelo a la espera de que Dios se ocupara de él. Transcurrió un día y no sucedió nada, comenzó a tener hambre, pasó el segundo día y nada acontecía, el hombre empezó a mosquearse; el tercer día cuando no había ni rastro de Dios, el hombre se enfadó y, mirando al cielo exclamó:

Señor quieres a ese zorro más que a mí. ¿por qué no te preocupas de mí con lo mucho que yo confío en ti? ¿por qué no me alimentas?

Por fin el hambre obligó al hombre a volver al pueblo. En una de las calles se topó con un niño hambriento. No pudiendo contenerse le manifestó a Dios su ira: ¿por qué no haces nada para ayudar a este pobre niño hambriento?

Ya lo he hecho, le respondió Dios. Te he creado a ti para que le ayudes; pero has decidido seguir el ejemplo del zorro y no del altruista oso. (fábula árabe)

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La particularidad más hermosa de esta ínsula inexistente ha tenido a lo largo de los tiempos numerosos y muy variados apelativos, Aprósitus: isla a la que no se puede llegar o que no se muestra, la Encubierta, la Inaccesible, la Non Trubada, Makáren Nêsoi, hasta su denominación actual de San Borondón. Sin duda, la quimérica odisea de San Brendan de Clonfert concuerda perfectamente con la idea que en el archipiélago canario se halla San Borondón: una misteriosa isla que aparece y desaparece en diversos puntos del horizonte. Sea espejismo, o acumulación de nubes, el caso es que existen muchos testimonios de personas que dicen haberla vista y otros van más allá, ya que dicen haber estado en ella.

Unos viajeros franceses hicieron una de las primeras descripciones de la tierra firme de San Borondón. Asegura Marín de Cubas (1643-1704) que estos marinos llegaron a la isla cuando hacían la travesía desde Madeira hasta Gran Canaria. Desembarcaron en un puerto, no sabemos si natural o artificial, y aunque no vieron a nadie pudieron observar señales de haber hecho fuego y encontraron tres bueyes atados a unos pesebres de piedra. Durante su estancia cogieron naranjas, hierbabuena, y agua fresca, todo lo cual llevaron después al puerto de Gando para certificar su historia. Algunos datos más los proporciona Leonardo Torriani (1560-1628), que cuenta el caso de un barco portugués que, llegando a La Palma desde Lisboa en 1525, comenzó a hacer aguas de manera peligrosa y se vio obligado a atracar en la tierra más cercana. Resultó ser la isla fantasma, extremadamente fértil gracias a que estaba atravesada por un río que alimentaba enormes y frondosos árboles. El relato fue tan convincente que propició que un año más tarde se organizara una expedición en su búsqueda, comandada por Fernando Álvarez y Fernando de Troya, que desgraciadamente volvió sin resultados positivos. Quien sí pudo comprobar la historia de los portugueses fue un hidalgo huido de la justicia, de nombre Ceballos, que en 1554 afirmó que había estado varias veces en San Borondón, una isla con espesísimas selvas que llegaban hasta el mar y que estaba poblada de pájaros que no tenían miedo de ser atrapados con las manos. En una playa grande y hermosa, según relató, vio huellas de gigantes y restos de haberse celebrado una comida en platos vidriados. No es el único que afirma haber observado pisadas humanas de gran tamaño en las playas de San Borondón, ya que lo mismo afirmaron unos portugueses ante la Real Audiencia de Canarias en 1570, por lo que podemos colegir que los habitantes de este país son, efectivamente, gigantes, a excepción de los marinos que estos portugueses dejaron en tierra cuando las grandes corrientes les obligaron a alejarse para siempre, y de otros nautas que fueron abandonados allí en sucesivas ocasiones y en parecidas circunstancias. Y es que las corrientes marinas alrededor de San Borondón también son de proporciones desmesuradas, como explicó el corsario John Hawkins (1532-1595) cuando afirmó que sólo los piratas, los más experimentados hombres de mar, estaban capacitados para sortearlas y arribar a tierra firme. También Núñez de la Peña (1641-1721) describe las grandes corrientes que rodean la isla impidiendo cualquier acercamiento. A los bueyes que aquellos franceses habían visto atados hay que añadir otros que vieron los mismos portugueses que declararon en 1570, y también John Hawkins hizo referencia a la gran cantidad de aves y animales. Por esos años la isla de San Borondón se mostró con una frecuencia mayor de la habitual, y aunque en cada ocasión se presentaba en latitudes diferentes (normalmente al oeste de las islas Canarias y a veces algo más al norte), siempre mostraba la misma silueta, formada por dos grandes protuberancias separadas por un barranco poblado de vegetación. Así lo aseguró fray Bartolomé Casanova, quien, desde las costas de Teno (Tenerife), calculó en 1556 que los dos montes debían de ser mayores que el Teide; y así debían de imaginar la isla Roque Nunes y Martín de Araña, quienes organizaron el mismo año otra expedición para encontrarla. Mientras tanto, nuevos barcos seguían topándose con La Inaccesible por casualidad, como aquellos otros franceses que en 1560 hicieron en su costa un palo mayor para sustituir el que se les había partido. Convencidos de que estaban en la isla del santo, dejaron como testigo una carta, algunas monedas de plata y una cruz de gran tamaño. La más completa descripción que se ha hecho nunca de La Encubierta la realizaron precisamente los que encontraron esta cruz. Fue en 1570, cuando la Real Audiencia de Canarias hizo información de todo lo que se conocía sobre San Borondón para tratar de desentrañar el misterio. Numerosos testigos declararon, y entre ellos destacó un marino que había desembarcado en tan hermoso lugar poco tiempo antes. Algunos autores dicen que se trataba de Pedro Vello, piloto de Setúbal, pero parece ser que en realidad fue un tal Marcos Pérez, que viajaba con él, quien compareció ante las autoridades. Su relato cuenta que cuando volvían del Brasil camino de Madeira, a la altura de las islas Salvajes, una tempestad los condujo al triángulo formado por La Palma, La Gomera y El Hierro y los llevó frente a una isla que no era ninguna de las tres. Una tempestad  les obligó a aproximarse a un puerto que avistaron. La tierra en que se encontraban tenía dos montañas, como habían descrito otros observadores. Éstas tenían color verde por la abundante arboleda, y estaban separadas por un profundo barranco. Pronto encontraron un gran brezo en el que había una cruz, tal vez la que habían abandonado los anteriores visitantes, y cerca de él, restos de hogueras, cáscaras de lapas y caracoles marinos. Más arriba había una zona de tierra donde vieron huellas humanas que doblaban en tamaño las de la gente normal. En cuanto a los animales, pudieron ver gran cantidad y variedad de ellos. (parte de este texto ha sido extraído de Rincones del Atlántico)

En el libro I, capítulo I de la Historia de la Conquista de las Siete Islas Canarias, de Fray J. Abreu Galindo, escrito entre los años 1590 a 1630, dice así: estas islas que tengo referido ser ocho eran, al tiempo que Nuestro Señor Jesucristo nació, solamente siete; aunque Tolomeo afirma no ser más de seis, entre las cuales hace mención de la isla de San Borondón, llamándola Aprositus (la Inaccesible, o isla a la cual no se puede llegar); de manera que desde el tiempo de Tolomeo, cosmógrafo que floreció en la era del emperador Marco Antonio, ciento cuarenta y cinco años después del nacimiento de Cristo, se tiene noticia de esta isla que desaparece y que está junto con estas islas de Canarias. Y así hace Plinio (escritor y orador, nacido en Como, el año 61 de la era cristiana), que dellas escribió antes de Tolomeo, (que fue en tiempo del emperador Nerón, cincuenta y seis años después de Cristo), mención de ocho nombres de islas, y Lucio Marineo, (historiógrafo y capellán de Fernando V) en el libro de Cosas memorables de España, llamando a las islas del Hierro, Ombrión o Pluvialia; la segunda La Palma, a quien llamaron Junonia Mayor, la tercera isla es La Gomera, que llamaron Junonia Menor; la cuarta Tenerife, llamada Nivaria; la quinta Canaria; la sexta es la isla de Fuerteventura que decían Planaria, la séptima es la isla de Lanzarote, a quien llamaron Capraria; la última es San Borondón, a quien llaman y nombran Aprositus, isla inaccesible.

Plutarco identificaba a las islas  Canarias  con los Campos Eliseos. Si San Borondón es mito, leyenda o verdad,  yo no lo sé, pero cada vez  que voy a las Islas Canarias no dejo de mirar al horizonte, por si los hados me permitieran “ver” ese mundo idílico donde encantada me iría a vivir.

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Un banquero americano estaba en el muelle de un pequeño pueblo caribeño cuando llegó un bote con un solo pescador con varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlos. El pescador le contestó que no demasiado tiempo. A lo que el americano replicó: ¿por qué no ha pasado más tiempo pescando y así traer más pescado? El pescador le contestó que tenía suficiente para satisfacer las necesidades de su familia. ¿qué hace usted el resto de su tiempo?

El pescador le dijo: duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me echo la siesta con mi mujer, tomo unas copas en el pueblo y toco la guitarra con mis amigos. Tengo una vida placentera y ocupada.

El americano le mira con cierta lástima y le dice: soy economista y podría ayudarte; deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos comprar un bote más grande, al incrementar tus ingresos podrías comprar varios botes y en algún tiempo tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario, podrías hacerlo directamente a un procesador y quizás con el tiempo abrir tu propia procesadora y así controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Saldrías de este pueblo y te irías a vivir a la capital donde manejarías tu empresa en expansión.

El pescador le preguntó: ¿ y en cuánto tiempo conseguiría todo eso? A lo que le contestó el americano: entre 15 y 20 años.

¿y luego qué? el americano sonriendo le dijo: esa es la mejor parte.

Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público, te harás un hombre rico, tendrás millones.

Millones… y ¿luego qué?

Lo mejor: te puedes retirar, te vas a un pueblecito de la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echarte la siesta con tu mujer, bajar al pueblo a tomar una copa y tocar la guitarra con tus amigos.

El pescador le mira y le dice: ¿acaso no es lo tengo ahora?

Este afortunado pescador ha conseguido lo que no consiguen la mayoría de las personas. Él  encuentra disfrute en lo que hace, sabe sacar la parte positiva de su trabajo y no desea más, su felicidad consiste en conformarse y haber sabido hallar la parte positiva de su labor diaria, se contenta con lo que tiene sin desear nada más porque probablemente ya sabe que el ser humano cuanto más tiene, más desea, pero no por eso es más feliz. Y, que en este nuestro viaje, más importante que el destino es cómo hacemos el trayecto.

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He tenido recientemente una charla con una persona que me dice que a pesar de no sentirse feliz con su manera de actuar, no puede cambiar su actitud, que son muchos los años que lleva practicando una conducta aprendida desde joven y que es una locura pensar que a sus años pueda modificar su actitud. A lo que le replico que en algún momento de nuestra vida tenemos que empezar a tomar las riendas de nuestra vida, comenzar a pensar por nosotros mismos, desaprender y darnos cuenta que a pesar que nos hayan dicho que  somos malos, vagos, inútiles, tontos, que no valemos para hacer esto o lo otro, que fracasaremos, no es así, no debemos creer a las personas malintencionadas o mal informadas lo que nos dicen. Existen personas que parecen arpías (en la mitología griega, las arpías eran monstruos alados con cabeza y pecho de mujer, y cuerpo y garras de aves de presa; en la creencia popular, eran agentes de la venganza divina) que no tienen ningún escrúpulo en herir humillar y menospreciar con la palabra a los demás sin darse cuenta que no hay herida más grave que la del ego roto, y ninguna que sane más lentamente. Somos buenos, inteligentes, válidos para cualquier cosa que nos propongamos, todo es cuestión de voluntad y de fijarnos un objetivo. Y si nos dijeran que nuestro objetivo es algo inalcanzable, que es una locura, les cuentas esto:

Érase una vez un rey muy querido cuyo castillo se erguía sobre una alta colina desde donde dominaba sus tierras. Era tan popular que los habitantes del pueblo vecino le enviaban regalos a diario y se festejaba su aniversario en todo el reino. La gente le quería por su sabiduría y la rectitud de sus juicios. Un día la tragedia sacudió la ciudad. La reserva de agua se contaminó y todos los habitantes, hombres, mujeres y niños, se volvieron locos. Solamente el rey, que tenía su propia fuente se libró.

Poco después de la tragedia, el pueblo “loco” de la ciudad se puso a hablar de las actitudes “raras” del rey, de la mediocridad de sus juicios y de su falta de sabiduría. Algunos incluso llegaron a decir que el rey se había vuelto loco. No tardó en perder su popularidad. Ya nadie le llevaba regalos, ni festejaba el día de su aniversario.

El Rey, solo en su alta colina, estaba privado de toda compañía. Un día decidió abandonar la colina y hacer una visita a la ciudad. Hacía calor aquel día y bebió de la fuente. Aquella misma tarde hubo una gran fiesta. Todo el pueblo estaba dichoso puesto que su queridísimo rey se había “curado de su locura”. 

No podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar nuestro entorno, nuestro pequeño universo, por algo hay que empezar, y ese algo somos nosotros mismos. El premio Nóbel de la Paz de 1952, Albert Schweitzer decía:

“el mayor descubrimiento de cualquier generación es que los seres humanos pueden alterar sus vidas modificando sus actitudes mentales”

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Una mujer regaba el jardín de su casa cuando vio a tres viejos frente a su jardín. No les conocía, pero le pareció que debían tener hambre y les invitó a su casa para darles algo de comer.

Ellos preguntaron:

¿está el hombre de la casa?

No, respondió ella, no está.

Entonces no podemos entrar, dijeron ellos.

Al atardecer, cuando el marido llegó a casa ella le contó lo sucedido.

Diles que ya llegué e invítalos a pasar.

La mujer salió a invitar a los tres hombres a pasar a su casa.

No podemos entrar en una casa los tres juntos, explicó un viejito.

¿por qué?, dijo ella.

Uno de los hombres señaló a uno de ellos y explicó:

Su nombre es Riqueza.

Luego señalando al otro dijo:

Su nombre es Éxito y, yo me llamo Amor.

Ahora ve con tu marido y decide a quién de nosotros deseáis invitar a vuestra casa.

La mujer entró en su casa y le contó a su marido lo que ellos le dijeron.

El hombre se puso feliz y dijo:

Ya que sólo podemos invitar a uno que entre Riqueza y llene nuestra casa.

Su esposa no estuvo de acuerdo y le replicó:

¿Y por qué no invitamos a Éxito?

La hija del matrimonio que estaba escuchando, dijo:

¿No sería mejor invitar a Amor?

Nuestro hogar estaría lleno de amor.

Me parece bien, sigamos el consejo de nuestra hija, ve e invita a Amor para que sea nuestro huésped.

La esposa salió y les preguntó:

¿Cuál de ustedes es Amor?

Por favor venga y que sea nuestro invitado.

 Amor comenzó a avanzar hacia la casa y los otros dos compañeros le siguieron.

Sorprendida, la mujer les preguntó a Riqueza y a Éxito:

Yo invité sólo a Amor ¿por qué vienen ustedes dos?

 Al unísono los viejos respondieron:

Si hubieras invitado a Riqueza o a Éxito, los otros dos hubieran permanecido fuera, pero como invitaste a Amor, donde él vaya, nosotros le acompañaremos. Si hay amor, hay también riqueza y éxito.

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Cuenta una leyenda oriental que hubo un rey que recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero no sabía lo que le sucedía al otro; no se había movido de la rama desde el día de su llegada a palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí. El rey mandó a llamar sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Difundió al final el problema entre todos sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en los jardines. Traedme al autor de ese milagro, dijo. En seguida le presentaron a un campesino. «¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste?
¿Eres mago, acaso?». Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó: «No fue difícil, su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar»…

Es difícil renunciar a nuestros hábitos, pero pretender que actuando de la misma forma se consiga resultados diferentes es una actitud pueril. Si lo que estás haciendo no funciona, no te hace feliz, para, piensa, analiza y decide actuar de otra manera; sería absurdo esperar resultados diferentes con la inacción. Conseguirás hacer todo lo que te propongas en tu vida, sólo es necesario cortar la rama, pero que seas tú quien lo haga, no esperes a que sea el rayo el que la rompa. Y, recuerda, la diferencia entre lo posible y lo imposible, es la fuerza de tu voluntad.

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A la muerte del guardián de un monasterio budista, fue necesario buscar un substituto. El Gran Maestro convocó a todos sus discípulos para determinar quién sería el nuevo centinela. El Maestro les comunicó con mucha tranquilidad que asumiría el puesto el primer monje que resolviera el problema que iba a presentarles.

 Colocó una magnífica mesa en el centro del enorme salón donde se encontraban reunidos y, encima de ella puso un florero de porcelana muy raro, con una rosa amarilla de extraordinaria belleza adornándolo y solamente dijo: he aquí el problema. Todos se quedaron mirando la escena: el bellísimo florero de valor inestimable con la maravillosa flor en el centro. ¿qué representaría? ¿qué hacer? ¿cuál sería el enigma?

Mientras todos cavilaban sobre cómo acertar, en esos instantes, uno de los discípulos sacó la espada, miró al Maestro, a sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y…

Zasssssssssssssssss destruyó el florero de un solo golpe. Inmediatamente regresó a su lugar ante la atónita mirada de sus compañeros.

El Maestro dijo entonces: “Tu serás el nuevo Guardián del Monasterio”

No importa cuán pequeño, grande, material, sentimental o bello sea el problema; un problema es un problema y debe ser eliminado. No debemos cargar con el peso de cosas que ya no tienen sentido para nosotros, que ya no nos valen aunque en su momento fueran buenas. Nada es para siempre.

 Dice un proverbio oriental que para beber vino en una taza llena de te, es necesario antes tirar el te para poder beber el vino.

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